Matias Audisio: la linda historia de este apadrinador y polista

Hay que aplicar cada vez más la frase “polistas hay en todos lados”. Si bien en los deportes ecuestres siempre hay alguien que también lo juega este deporte, hoy encontramos a un apadrinador de Jesús María que es amante del polo.

Se trata de Matías Audisio, un cordobés que brilla en este mundo de la jineteada. Con una vida rodeada de caballos desde sus inicios, con su padre veterinario y también apadrinador, llegó a las grandes ligas de la jineteada hace unos 13 años y también suele ganarse la vida con el polo. Matías es un agradecido al Festival de Jesús María por tantos años de trabajo.

Hace unos años recibió una mano del recordado Rubén Sola, quien amaba este ambiente de las 10 noches de color y coraje y en estas líneas nos cuenta su historia tanto en el Festival como dentro de las tablas de polo.

“Soy nacido en San Antonio de Litín, Córdoba, un pueblito de 1.200 habitantes. Eso me permitió tener mucho contacto con el campo y de chico estar muy conectado con el caballo. Mi papá es un veterinario ya jubilado, así que teníamos la posibilidad de andar por las estancias cuando él hacía toda la campaña de vacunación y demás. Desde muy chiquito, tengo fotos de año y medio estar montado a un petiso. Además, tuve un puntapié inicial el haber tenido a mi papá que ya apadrinaba en ese entonces y yo bueno le tuve la posibilidad de acumular la experiencia de él para abocarlo a lo mío, eso me ayudó un montón y mamar todo lo que es la apadrinada desde muy chico, a los siete años empezamos a ayudar ahí en los campos de jineteada. A esa edad empecé a llevar pilchas, en el Festival de Dean Funes, pues antes se podía, más tarde a llevar el reservado hasta el palenque, luego a desensillar y a los 18 años empecé a apadrinar y a recorrer y sumar experiencia.”

¿La primera apadrinada oficial cuándo fue?  

Apadriné por primera vez en una oficial, digamos porque siempre si no se apadrinaba mucho en el campo para sumar experiencia, en San Marcos Sur. Ahí arranqué y seguí por jineteadas importantes en Las Varillas, La Carlota, Alto Alegre, Adelia María…

En el 2010 me convocan el Festival de Jesús María junto con cuatro yuntas más para para ir probando y que quede una de esas. A mí me tocaba partir de la sexta noche y cuando estábamos por entrar para probarnos, hay un accidente y fallece el primer jinete en El Festival y bueno, se suspendió el resto de jineteada que quedaba y el día siguiente, por lo cual no pude probarme.

¿Y qué ocurre luego?
Así que ahí es cuando pienso no entrar más en el Festival, pienso que no se me da más y me vuelco para el lado del polo porque es algo que siempre me gustó, aunque no es para nada común ver alguien taqueando en donde vivo.
Entonces ahí me llego a Villa María, de Carlos “Coati” Ramos, que él por primera vez me da un taco para que yo agarre a los 25 años.

Después de ahí me contacté con Hugo Barabucci, que me llevó a Buenos Aires de petisero; yo lo que quería era conocer toda la movida de cómo era todo, aprender, hice temporada con él, ahí tengo la suerte, el último día despidiendo la temporada que comimos un cordero, de conocer a Rubén Sola.

Siendo que a todo esto ya había pasado un año y ahí cerca de terminar la temporada, estábamos un día en el monturero de Don Alberto y me suena el teléfono, miro y la característica era de Jesús María. Entonces atiendo con una ansiedad tremenda y me dicen que desde el Festival llaman para convocarme como apadrinador el próximo año. Una felicidad bárbara! Ser parte de Jesús María es como en el polo jugar el Abierto Argentino. Ahora llevo 12 años apadrinando en el Festival.

¿Qué pasó con el polo?
Respecto al polo bueno siempre estoy domando 5 o 6 yeguas por año, haciendo la hechura, haciéndolas jugar, eso me apasiona mucho, y bueno por ahí después termino comercializándolas, que es un poco eso lo que lo que hago con el polo. Ahora no tanto pero estos últimos dos años sí jugué mucho acá en lo que es Pompeya y Ascochinga, La Paz, Malagueño, El Caburé… siempre hemos estado jugando mucho por acá ya que a mí me queda retirado mi pueblo 250 kilómetros, pero bueno sabíamos venir y hacíamos la rondita de torneo. He conocido muchísima gente ahí, muchísimos contactos y he formado amistades muy lindas que son valorables.

¿Alguna historia con Rubén Sola?
Estaba una noche apadrinando en Jesús María y estaba Rubén, viene a saludarme él, yo obviamente yo no sabía que él estaba… me voy para atrás y aparece y nos pusimos a charlar y me dice que vaya a La Rural al otro día que tenía que hablar conmigo. Llego a La Rural, tenía un caballo ensillado y me dice de montarlo, lo hago, lo muevo, me dice: ¿te gusta? Sí, me encanta le digo yo, así que dice “bueno mi amigo, este caballo es suyo” y yo lo quedé mirando… no sé si era cierto o mentira, así que me regaló, ese año me regaló un caballo que se llama Facundo. Lo eché a apadrinar más adelante y después al año siguiente me regala otro caballo más que es Planeta, que aún lo tengo ese. Al año siguiente viene y me dice que si no me interesa irme a Inglaterra y bueno empezamos a hablar, me gustaba a mí la experiencia y ahí nos pusimos de acuerdo, fui un par de veces a Murus Sanctus, fui un par de veces a Washington el campo de ellos, Rubén me pasó mucho de su experiencia en el manejo y en la puesta a punto. Agradecido de por vida con eso.


¿Cómo fue la experiencia de polo en Inglaterra?
En Inglaterra hacíamos un poquito de todo: montábamos, vareábamos, hacíamos camas, jugábamos prácticas y bueno ahí tuve la suerte de estar en el picadero con gente que por ahí yo nunca pensaba estar cerca ni menos montando al lado como como Nero, Pelón…
Imagínate que para mí era algo muy lejano, pero re feliz por mí.

Hablanos de los sentimientos de apadrinar
Para mi es todo, entras al campo de jineteada y me enchufo ahí, no se siente dolor, cansancio, solo ganas de apadrinas y el desafío constante de agarrar a los jinetes.
Lo importante de todo esto es el caballo nuestro, el montado, la conexión que tenemos que formar nosotros con nuestro montado que es tanto que son fracciones de segundo. Es todo muy rápido. A mí me apasiona mucho llegar en tiempo y forma porque nosotros tenemos ocho segundos por ejemplo la categoría Clina y tenemos que estar a los seis segundos lo más lejos posible pero los ocho lo tenemos que estar agarrando el jinete, me apasiona mucho leer el reservado.
También agregar que en situaciones extremas como una disparada o enganche de estribo somos los apadrinadores los que podemos llegar a salvar al jinete, es algo difícil de manejar por tomar decisiones en fracciones de segundos.

¿Cómo es el caballo que se usa para apadrinar?
El caballo bueno de apadrinar en primer lugar no tiene que tenerle miedo al reservado. Luego las condiciones son fuerza, buena boca, decisión, es un binomio importante a lograr. Yo digo que el caballo es el 80% del apadrinador. En el caso mío tengo mestizo, con caballos puros que supieron dar algo para polo. Tengo cría Polo Argentino, el que me regaló Rubén y unos tres más que uso para apadrinar.  

Por Darío Welschen
Fotos cedidas por el jugador y del sitio oficial de prensa del Festival de Jesús María

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