Álvaro Biderman es pilarense y con tan solo 24 años está decidido a cumplir su sueño: llegar a Estados Unidos a caballo, como alguna vez lo hicieron Gato y Mancha, desde Palermo hacia Nueva York. Para eso compartió un video en redes sociales contando su historia y automáticamente sus seguidores lo apoyaron para realizar su travesía. En una linda charla en la que se deslizan reflexiones sobre la vida, Álvaro habla sobre la manera en que surgió este sueño, la forma en que se está preparando para lograrlo y su vínculo tan especial con los caballos.
¿A qué te dedicás? ¿De dónde sos? ¿Dónde vivís actualmente?
Nací y crecí toda mi vida en Pilar. Fui al colegio Nuestra Señora del Pilar y a los 18 años, siguiendo mi pasión, decidí ir a trabajar un año a una estancia como peón rural. En ese momento tenía muchas ganas de aprender las tareas de campo y reencontrarme con lo que tanto amaba: los caballos, el campo y la naturaleza. Terminado el año de trabajo en el campo, estudié un año y medio Ingeniería Agronómica, pero abandoné cuando tuve que rendir Química I y me di cuenta que eso no era para mí (dice entre risas).
En un cambio rotundo de mi vida, me fui a vivir y trabajar a Capital Federal, donde me desarrollé en el rubro inmobiliario y a la par estudiaba Tecnicatura Agropecuaria, pero al año decidí dejarla y comencé la carrera de Martillero Público, pero no me cerró la modalidad de estudio. A raíz de empezar a trabajar en una empresa del rubro inmobiliario que tiene una faceta importante de capacitación de profesionales, comprendí que el modelo educativo tradicional no se adapta a mi capacidad de adquirir conocimiento.
Así que, básicamente, luego de haber trabajado cuatro años en el sector inmobiliario y haber incursionado en el sector financiero, me defino como autodidacta que sigue lo que su corazón le dice, por ejemplo, me fui a vivir ocho meses a Chapadmalal, un pueblo costero a 20 kilómetros de Mar del Plata, con el objetivo de seguir mi deseo de vivir en la playa. Allí encontré el sueño que siempre tuve: andar a caballo, recorrer todo el mundo y ayudar a la gente.
¿Cuál es tu vínculo con los caballos? ¿Siempre te gustaron?
Sí, yo siempre tuve un amor muy grande por los animales en general y, especialmente, por los caballos. Cuando era chico jugaba tres o cuatro horas por día, en el living de mi casa, a que ensillaba un caballo y tenía aventuras en el Lejano Oeste. También siempre recuerdo los veranos en la costa junto a mi familia en los que yo siempre desaparecía y me iba con un paisano que arrendaba caballos y lo ayudaba en sus tareas, mientras todos preguntaban “¿dónde está Alvarito?
El vínculo que tengo con los caballos es muy profundo. De hecho, cuando yo me fui en 2018 a trabajar al campo lo que me motivó fue la pasión que siempre he sentido por estos animales. Hoy con 24 años y un camino recorrido me doy cuenta que la vida bien vivida es en la que uno busca sus sueños y va tras ellos y yo me di cuenta que el mío siempre fue andar a caballo.
¿Cómo surgió el sueño de llegar a Estados Unidos a caballo?
Yo siempre supe que las respuestas estaban en mi corazón y, a raíz de la pandemia, me di cuenta que el tiempo y la vida pasan muy rápido. Es más, hice un “estudio de campo” en el que a todos mis conocidos de más de 60 años les pregunté: ¿se te pasa rápido la vida? Todos, casi de forma automática, respondieron que sí. Esto me hizo cuestionarme qué sentido tiene formar una estructura económica y profesional si la vida se pasa rapidísimo. En ese instante, recordé que el único lugar en el que había sentido una plenitud absoluta fue en el campo.
Además, entendí que en la historia de la humanidad sólo va a existir un sólo Álvaro Biderman y que lo que yo no le regale al mundo, se lo va a perder para siempre. Todo ser humano tiene una semilla plantada en su corazón, su sueño, que es lo que lo lleva a su plenitud y le permite lograr ese propósito de vida.
¿Cuándo fue que decidiste concretar este sueño?
Yo decidí irme a Chapadmalal porque algo dentro mío me decía que tenía que hacer ese viaje. Fui a dedo con un cartel que decía “Cumpliendo un sueño”. En ese momento, empecé a experimentar la repercusión de la gente. Estando ahí, por esas casualidades de la vida, empiezo a leer el libro Atrapa tus sueños, de Candelaria y Hernán Zapp, que repite una frase muy importante: “Cuando vos te lanzas a la vida, la vida te ayuda”. Ahí decidí intentar materializar mi sueño: recorrer el mundo andando a caballo y ayudar a las personas. También entendí que uno tiene que tomar acción y empecé a actuar teniendo mi meta en cuenta.
¿Cómo te estás preparando?
Estoy conversando con una institución llamada El Rincón, que está muy interesada en aportar toda la estructura para empezar a capacitarme y entrenar. El plan ideal es salir el 1ro de abril rumbo a Estados Unidos junto a tres caballos, pero aún no está confirmado porque para llegar lejos se necesita una preparación previa, tanto de los caballos como mía. Siempre considero el bienestar de los caballos porque son los protagonistas de esta historia.
Hay cabañas interesadas en aportar un criollo de cada sangre, pero previo al gran viaje y una vez que ya tenga a los animales, vamos a comenzar a hacer travesías cortas y si siento que estamos preparados tanto física como mentalmente saldremos el 1ro de abril, sino postergaremos la fecha.
Subiste un video contando tu travesía y llegó a mucha gente, ¿qué repercusiones tuviste?
La repercusión de la gente fue impresionante. A raíz del video en el que conté mi sueño y expresé que carecía de caballos y dinero suficiente para sustentar el viaje, tuve un gran apoyo por parte de las personas: algunas me pidieron el cbu para transferirme dinero y otras me dijeron que me prestaban sus caballos criollos. También varias empresas me hablaron para colaborar conmigo económica y financieramente.
En este sentido, es una locura sentir vivamente el mensaje universal del mundo, que es el lenguaje del corazón y el de la vida bien vivida. Es muy lindo leer mensajes de gente, tales como: “Gracias Álvaro por inspirarme”, “Me hiciste recordar mis sueños”. Por otro lado, hay mucha gente que no comprende mi viaje y tiene miedo a que los caballos se lastimen, lo que es entendible, pero yo sé muy bien el amor que siento por estos animales. Tengo en claro que ellos son los protagonistas y yo como ser humano consciente los voy a cuidar.
¿Vas a ir mostrando el viaje por redes? ¿Qué expectativas tenés?
En un primer momento, mi viaje iba a ser de 4000km y tenía pensado hacerlo sin redes sociales de por medio, pero todo cambió y hoy siento una muy linda responsabilidad de compartirlo eporque mi propósito es ayudar, enfocarme en construir un lugar mejor y dejar una semilla plantada en este mundo.
La expectativa que tengo es disfrutar el camino, no tengo el capricho de llegar a Estados Unidos ni de romper un récord. Mi ruta va a estar guiada por centros de equinoterapia y voy a pasar por todos para ir mostrando el poder sanador de los caballos. También voy a tratar de, tanto los caballos como yo, darnos a conocer por todos los pueblos que transitemos, para que la gente pueda conocer a los caballos que están recorriendo América. Asimismo, vamos a buscar fondos para ayudar a fundaciones que trabajen en la reconstrucción de los ecosistemas.
En definitiva, se trata de relacionar el viaje con la gente que me vaya cruzando por el camino. No tengo un periodo de tiempo definido, puede durar de 4 a 7 años. Cuando logre llegar a Estados Unidos, me voy a plantear si quiero continuar o no mi aventura, pero el objetivo principal es llegar ahí y disfrutar de cada kilómetro.
Fotos cedidas por el entrevistado.