Voces del Polo Femenino | Cande Fernández Araujo: el crecimiento del polo femenino y el desafío de sostener el nivel

Voces del Polo Femenino, una sección de entrevistas donde distintas protagonistas del polo femenino comparten su mirada sobre el presente del deporte, los desafíos del Abierto Argentino y el camino hacia un crecimiento sostenible a largo plazo.

Cande Fernández Araujo nos cuenta sobre el momento que está viviendo el polo femenino y los desafíos en la organización para que más jugadoras lleguen a ser profesionales.

¿Cómo ves el polo actual en calidad y en cantidad? ¿Es una situación que pasa en Argentina o también en el resto del mundo?

El polo femenino creció muchísimo en los últimos años. Cuando era chica casi no había torneos de mujeres y hoy tenés de todo: bajo, mediano y alto hándicap dentro de la Asociación. En Argentina tenemos el Abierto, la Triple Corona y una cantidad enorme de jugadoras que antes no existía. Vas a ver un torneo de bajo y está lleno de chicas jóvenes participando.

A nivel internacional también se ve ese crecimiento: el Open de France, el US Open, el British Open y muchas copas menores muestran que el polo femenino está en expansión. Mejoró mucho en calidad, con torneos cada vez más prestigiosos y bien organizados, aunque todavía queda camino por recorrer.

El problema en Argentina es que, si bien hay muchas jugadoras, son pocas las que se dedican de manera profesional. Eso hace que sea difícil formar equipos competitivos para el Abierto. Hay una gran cantidad de jugadoras amateur, en ese paso entre el polo social y el profesionalismo, y esa transición es clave para seguir creciendo.

En otros países, como Estados Unidos, el formato es distinto: el US Open Femenino es de 22 goles y permite más variedad de jugadoras, aunque pierde algo de calidad en comparación con el nivel que tiene el Abierto Argentino, que es el más alto del mundo.

¿Qué pasa con el Abierto? ¿Deberían bajar el hándicap y limitarlo?

No creo que el Abierto deba bajar su hándicap. Hoy hay tres equipos muy competitivos —UAE, La Hache y La Dolfina— que pueden ganarse entre sí, y eso demuestra el nivel del torneo. El problema es que cuesta completar un cuarto equipo porque muchas jugadoras que podrían jugarlo no se animan por miedo a perder por goleada.

Para mí, ahí está el error: una mejora jugando contra las mejores. Si bajás el nivel, perdés calidad y el Abierto deja de ser ese torneo que todos quieren ganar. Tiene que ser difícil: hay que entrenar, prepararse, tener caballos y compromiso. Bajar el nivel puede traer más equipos, sí, pero también le quita el prestigio y el valor que lo hacen único.

¿Deberían habilitar a patronas que puedan venir a jugar?

No, no creo que el Abierto deba habilitar patronas. En Argentina tienen muchísimos torneos para jugar: la Triple Corona femenina, La Ensenada, La Aguada, La Dolfina, la Thai Polo, entre otros. Ahí pueden participar jugadoras de todos los niveles.

El Abierto, en cambio, tiene que mantenerse como el torneo más competitivo. Si se habilitan patronas, bajaría la exigencia y el nivel de juego. En los varones no hay patrones en el Abierto, y eso está bien: mantiene la esencia del mejor polo del mundo.

¿Qué pasa con la temporada argentina, que es bastante apretada y se juntan todos los torneos?

La temporada argentina está muy cargada, especialmente para las mujeres. Muchas veces los torneos se pisan por falta de coordinación. El problema aparece cuando se organizan torneos privados sin consultar las fechas con los demás, y eso genera superposiciones.

De todos modos, también hay que saber elegir: no hace falta jugar todo. Si te anotás en todos los torneos —bajo, mediano y alto— obviamente se hace imposible. La Triple Corona, en general, está bien distribuida, aunque algunos torneos, como la Thai y el Abierto, a veces coinciden. Este año, por ejemplo, Tortugas y La Ensenada tienen fechas casi iguales, y eso debería revisarse.

¿Cuánto apoyo reciben en general?

El apoyo al polo femenino creció muchísimo en los últimos años. La comisión anterior trabajó muy bien y logró avances enormes. Gracias a ellos y a la Asociación se consolidó el Abierto y se dio un impulso fuerte al circuito de mujeres.

Obviamente, siempre se puede mejorar: sumar más sponsors, generar más visibilidad y fortalecer el marketing de los torneos. Pero si mirás unos años atrás, el crecimiento es impresionante.

¿Dónde creés que hace falta poner más foco para apoyarlas?

Creo que lo que más falta es tiempo. Todo deporte necesita años para consolidar su historia y pasar de lo amateur a lo profesional. El polo femenino está en ese proceso.

Hay que seguir trabajando en la visibilidad, las redes y la llegada a marcas y sponsors. Todo eso ayuda a generar prestigio y sostener el crecimiento. El Abierto de varones también empezó con pocos equipos; lleva más de cien años. Nosotras recién vamos por el octavo, y eso dice mucho: necesitamos tiempo y apoyo para seguir construyendo.

¿Hay recambio generacional? Hace algunos años había nuevos talentos que hoy son una realidad. ¿Esto sigue pasando o hay menos?

Sí, hay recambio. En la Asociación hay muchísimas chicas jóvenes que juegan muy bien, y algunas ya se perfilan para ser grandes jugadoras.

Lo que falta es acompañar esa transición hacia el profesionalismo. El polo es un deporte costoso y estructuralmente exigente: necesitás caballos, entrenamiento, alguien que te guíe y, sobre todo, respaldo económico. Las chicas que logran destacarse suelen tener ese apoyo detrás, y eso marca la diferencia.

Para que el nivel siga creciendo, necesitamos más jugadoras formadas desde chicas, con apoyo, estructura y la posibilidad de dedicarse a esto de manera profesional.