Voces del Polo Femenino, una sección de entrevistas donde distintas protagonistas del polo femenino comparten su mirada sobre el presente del deporte, los desafíos del Abierto Argentino y el camino hacia un crecimiento sostenible a largo plazo.
Lía Salvo fue parte del desarrollo del polo femenino desde sus inicios, y hoy reflexiona sobre el estado actual del Abierto Argentino, la necesidad de equilibrar la competencia y de cuidar la calidad de juego para seguir hacer creciendo el deporte. 

¿Cómo ves el polo actual en calidad y cantidad? ¿Es una situación que pasa en Argentina o también en el resto del mundo?
Veo al polo femenino en constante crecimiento, especialmente en la calidad tanto de las jugadoras como de los caballos. Las chicas son cada vez mejores desde más jóvenes: más técnicas, más maduras en el juego. Además, la mejora en los caballos cambió todo: el ritmo, el espectáculo, el nivel general, y eso se nota mucho.
En cuanto a los calendarios, todavía hay cosas por ajustar. Habría que sumar más copas, sobre todo de alto hándicap. Por ejemplo, en Inglaterra faltan torneos de más de 22 goles; no alcanza solo con los de Cowdray.
En Argentina, la Triple Corona femenina funciona muy bien. Las patronas pueden jugar junto a tres jugadoras de Abierto, lo que me parece excelente. También se trabaja mucho en los torneos bajos y medianos, que hoy son los que mejor están funcionando. Sin embargo, no hay que descuidar el semillero: las copas de base son fundamentales para el futuro.
Por otro lado, la Asociación hoy no ofrece más torneos altos que el Abierto. Se intentó armar uno intermedio, pero no tuvo suficiente convocatoria, así que los torneos de ese nivel quedaron más en manos del ámbito privado. Por suerte, gracias a esas iniciativas privadas, seguimos teniendo competencia de alto nivel.
¿Qué pasa con el Abierto? ¿Deberían bajar el hándicap o limitarlo?
Estamos atravesando un momento complicado con el Abierto Femenino. La realidad es que no hay suficientes equipos para sostener el formato actual. Las chicas que no van en un equipo de punta muchas veces prefieren no competir, y eso termina siendo negativo para el desarrollo del polo femenino.
Siempre fui partidaria de que el Abierto es un producto único, y que hay que conservarlo y cuidarlo para que siga siendo el torneo más prestigioso del mundo. Pero, viendo la situación actual, creo que una posible salida podría ser nivelarlo temporalmente —por ejemplo, permitiendo un máximo de dos jugadoras extranjeras por equipo— hasta que vuelva a haber más quórum y competencia.
No sé cuál sería el hándicap ideal, pero quizás durante algunos años habría que poner un tope para recuperar el equilibrio. Sería bueno lograr algo similar a lo que pasa en Inglaterra con la Copa de la Reina o la Copa de Oro: torneos abiertos, pero parejos, donde no se sepa quién va a ganar.
Siempre me resistí a la idea de limitarlo, pero hoy la realidad es que no tenemos suficientes equipos y el torneo corre riesgo.
Además, creo que es clave que el Abierto mantenga estándares altos: canchas en excelente estado y árbitros de primer nivel. En el polo femenino hay más imprevistos —la pelota no corre tan largo, hay más rebotes y cambios rápidos—, por eso es fundamental que las canchas estén buenas y los árbitros sean precisos para que el juego sea ágil y seguro.
¿Qué pasa con la temporada argentina, que es bastante apretada y se superponen los torneos?
Sí, los torneos se superponen, pero eso también refleja el crecimiento del polo femenino. Hoy hay mucha actividad y demanda.
Creo que depende más de cada jugadora: de qué torneos decide jugar, cuántos caballos tiene y cómo se organiza. Ya no es tanto un problema de la Asociación, sino una cuestión individual de planificación.
En el polo masculino también hay miles de torneos superpuestos, y es algo normal cuando el deporte crece. Lo importante es que haya opciones: que cada una pueda elegir según su nivel y sus posibilidades. En ese sentido, me parece positivo que haya un “menú” de torneos para todas.
¿Hay recambio generacional? Hace algunos años aparecían nuevos talentos que hoy son una realidad. ¿Esto sigue pasando o hay menos?
Sí, definitivamente hay recambio. El semillero en Argentina es excelente y no para de crecer. Se ven muchas chicas jóvenes —de 10, 12, 14 años— que ya juegan a un nivel impresionante. Algunas vienen de familias de polo, otras no, pero todas muestran un talento natural y una precocidad increíble.
Creo que vamos por un muy buen camino. Ojalá el polo femenino argentino se convierta en el mejor del mundo, no solo por la cantidad de jugadoras, sino también por su calidad. Y estoy convencida de que, en unos años, así será.
