Eugenio “Pichote” Fernández y el detrás de escena de Standing Rock

Detrás de cada gran equipo hay un grupo de personas que hace hasta lo imposible para que todo salga a la perfección. Eugenio, conocido como “Pichote”, es una de esas personas para el equipo de Standing Rock.

“Soy Eugenio, tengo 39 años, pero en el polo todos me conocen como Pichote. Soy de España, vivo en San Enrique, al lado de Sotogrande, cerca del club de polo Santa María, que ahora se llama Ayala.”

Desde su llegada a Inglaterra, el español dedicó su vida al polo, evolucionando desde petisero hasta ser una pieza fundamental en la organización y logística del equipo. Conversamos con él, quien nos contó sobre sus inicios, su día a día y lo que significa ser parte de este proyecto.

  • ¿De dónde sos y cómo es tu historia en el polo?

Mi historia comenzó cuando tenía 13 años. Mi prima se casó con un argentino y un día nos llevó a pasear con los caballos. Desde entonces iba todos los días. Por las mañanas iba al colegio y por las tardes ayudaba a hacer camas, lavar frenos y enrollar vendas, y me dejaban dar un paseo con los caballos.

Hasta los 16 años estuve yendo al colegio por las mañanas y al club de polo por la tarde. Cuando terminé el colegio, decidí probar un año trabajando con los caballos antes de estudiar otra cosa, pero nunca volví a estudiar. Desde los 14 años ayudaba a Tito y Mario Gómez en su escuela de polo. Aprendí prácticamente todo lo que sé con ellos. Al principio ayudaba con las camas, los frenos, enrollando vendas y ensillando caballos. Después comencé a jugar, a ayudar con las clases, y estuve varios años con ellos.

  • ¿Cuándo llegaste a Standing Rock y cuál es tu rol en el equipo?

En 2004, con 18 años, hice mi primer viaje a Inglaterra con Mario Gómez. Estuvimos dos temporadas en Manchester, y después nos trasladamos a la zona de Windsor. En 2006 decidí quedarme en Inglaterra porque conocí a mi primera novia. Allí conocí a Sebastián Dawnay, y empecé a trabajar con él como petisero. Estuve con él hasta 2021, y hasta el día de hoy seguimos teniendo una buena relación. Es como mi familia.

A Philipp (Mueller), lo conozco desde que empezó a jugar en Inglaterra. Compró sus primeros cinco caballos y empezó jugando con Sebastián algunos torneos de bajo en Berkshire. Phillipp y Pierre tenían el mismo hándicap y se turnaban; un día jugaba uno, otro día jugaba el otro, y compartían los caballos. Yo era petisero de Sebastián y al mismo tiempo me encargaba de pedir comida, coordinar el herrero, organizar el transporte y cuidar al petisero de los caballos de Phillipp.

En 2021 Phillipp decidió comprar más caballos y jugar los torneos de ocho goles con su hijo. Ese fue mi último año como petisero, porque ya no podía hacer ambas cosas. Ahora, Pierre y Phillipp tienen 25 caballos en Inglaterra y juegan todos los niveles, desde 8 hasta 18 goles.

  • ¿Cómo es un día típico tuyo en Inglaterra en ese rol y cómo se organizan para jugar tantos torneos a la vez, entre 8 y 18 goles?

Mi trabajo en Standing Rock es organizar todo lo que se necesita para el equipo; los boxes para los caballos, la comida, el herrero, el transporte, los petiseros, las visas, los vehículos, las viviendas… Hay muchísimas cosas que coordinar detrás de un equipo de polo. También me encargo del transporte de los caballos. Tenemos nuestro propio camión, y yo conduzco uno de ellos. Transportamos al equipo completo no solo en Inglaterra, sino también por toda Europa.

En estos últimos tres años, hemos hecho cinco meses de temporada en Inglaterra y uno o dos meses afuera en Europa. Ya hemos estado en Suiza, Francia, Italia, España, y este año planeamos ir a Alemania. Podemos jugar tanto polo en Inglaterra y Europa porque Phillipp es un hombre muy organizado. A principios de temporada ya tengo una lista con los torneos que vamos a jugar, los días que él no puede jugar y el recorrido que haremos en Europa. Eso me permite organizar bien los partidos, el transporte y todo lo necesario.

  • ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

Lo que más me gusta de Standing Rock es que somos como una familia. En los últimos tres años hemos sido prácticamente el mismo grupo de personas. Cambia alguna persona dependiendo del nivel que jugamos o de los equipos que se forman, pero casi siempre somos los mismos. Cada uno tiene su rol y sus responsabilidades, y eso hace que el trabajo en equipo sea mejor.