JAVIER NOVILLO ASTRADA: DIEZ AÑOS SIN EL GLADIADOR DEL POLO Y DE LA VIDA

Exactamente hace diez años, el 23 de mayo de 2014, el polo sufrió la demasiado temprana pérdida de uno de los mejores jugadores de su generación, pero sobre todo, un ser humano único y excepcional – el querido Javier Novillo Astrada, Javo.

Diez años ya, ¡como pasa el tiempo! La frase puede sonar un cliché, pero es cierto: ya pasaron diez años de la partida de Javo hacia otro plano, y no somos pocos los que todavía pensamos que fue ayer nomás.

Javo, nacido el 3 de diciembre de 1975, era el tercer hijo de Eduardo Novillo Astrada (Taio) y Verónica Devoto, detrás de Eduardo (h) y Miguel; subsecuentemente vendrían Ignacio, Alejandro y Verónica. Descendiente de una familia de polo – su abuelo, Julio Novillo Astrada, llamado Yayo por sus nietos fue el que sembró la semilla de lo que llegaría a ser uno de los clubes de polo más reconocidos a nivel mundial, La Aguada. Yayo ganó la Copa República Argentina en 1946, que posteriormente iba a ganar su hijo Eduardo, con los colores del club familiar, en 1990, junto a sus hijos Eduardo, Miguel y Javo. Unos años antes, en 1986, Taio y La Aguada ganaron el primer título de la Triple Corona para el club familiar, el Abierto de Hurlingham.

Así, Javo comenzó a jugar al polo de muy chico, montando petisos en el campo; de a poco iba mostrando sus dotes de futuro campeón hasta que en 1989 jugó su primer torneo oficial de la AAP, la Copa Estímulo, la cual ganó con sus hermanos Eduardo y Miguel y Raúl Giménez, histórico petisero de La Aguada y mentor de los hijos de Taio. En 1989 también ganó la tradicional Copa Potrillos, luego vendría la Copa Santa Paula, con su colegio, el Cardenal Newman, logro que obtendría dos veces más, en 1991 y 1992. A partir de 1995, y tras su participación en el Mundial de Polo de la FIP, en Dusseldorf y St. Moritz, como miembro de la Selección Argentina, que cayó en la final frente a Brasil, la carrera de Javo fue en continuo ascenso, tanto en Argentina como en el exterior y también en su querido La Aguada, jugando con sus hermanos. Argentina, Inglaterra, Estados Unidos, Suiza, España, entre otros, vieron a un Javo ganador, un jugador de lujo, con mucha personalidad y goleador implacable que respetaba a sus rivales y a su vez era respetado por esos rivales por su caballerosidad dentro de la cancha. Llegó a los 10 goles de handicap en Estados Unidos y 9 en Argentina e Inglaterra.

En 1999, Javo juega su primera final en Palermo, con La Cañada, junto a Eduardo, Miguel y Alejandro Diaz Alberdi; en esa final caen ante Indios Chapaleufu II, previo golpe de gracia en las semifinales, al dejar afuera nada menos que al Indios Chapaleufu de los cuatro hermanos Heguy. Ese 1999, Javo subió a 9 goles, valorización que iba a mantener hasta 2012.

En 2001, Javo y sus hermanos se incorporan a Ellerstina con Gonzalito Pieres y sumando a Nacho como suplente, llegando a la final del Abierto de Tortugas, que no se jugó a causa de las lluvias. A fines de 2002, Facundo Pieres ingresa a la formación y los cuatro hermanos Novillo Astrada se unen para jugar la temporada 2003 en el regreso de La Aguada a la Triple Corona.


¡Y qué regreso! Tras un paso fallido en el Abierto del Jockey Club, el abuelo Yayo intercedió para reformular el equipo con miras a la Triple Corona. El único que no se movió fue Eduardo, manteniendo su posición de 2; el resto, fue corriendo casillas como en un tablero de ajedrez. Javo que pasó de 1, Miguel de 3 y Nacho el back. Una fórmula imbatible, que los llevó a ganar once partidos consecutivos, y para sorpresa de muchos, y hasta de ellos mismos, conquistar el trofeo más codiciado del polo mundial, la Triple Corona Argentina. En su primer año juntos, los Novillo Astrada se metieron en los libros de historia no solo ganando una Triple Corona que estaba vacante desde 1994, cuando se la había quedado Ellerstina, sino que son hasta hoy, el único equipo de cuatro hermanos que se llevó la codiciada Triple Corona.
La Aguada siguió compitiendo en la Triple Corona, con altos y bajos; en 2006 llegaron a jugar las tres finales (Tortugas, Hurlingham y Palermo), hasta que en 2009, una noticia cayó como un balde de agua fría: Javo, el querido Javo, había sido diagnosticado con un tumor cerebral. Pero Javo, que era fuerte como una roca, le dio batalla a la enfermedad, y contra todo y contra todos, ese año, en septiembre, estaba arriba de su caballo para disputar la Triple Corona. Por entonces, Javo solía bromear diciendo que estaba tomando tanta medicación que eventualmente no pasaría un solo control antidoping.

Pero había esperanzas; Javo iba mejorando con su tratamiento, recuperando su fuerza y volviendo a ser el Javo que todos queríamos ver. Lamentablemente, cuatro años después, las esperanzas se apagaron; al comienzo de la temporada argentina de 2013, la maldita enfermedad había tomado su curso irreversible. Fueron pasando los meses, la familia del polo se unió a la familia Novillo Astrada en cadena de oración por Javo, hasta que su cuerpo dijo basta. El 23 de mayo de 2013, por la tarde y con tan solo 38 años, Javo partió, dejando detrás de sí un legado incomparable, inolvidable, tanto en lo deportivo como humano.
Casado con Delfina Rodríguez y padre de cuatro hijos (Manuel, Simón, Nina y Clara), fuera de la cancha Javo era un chico humilde, simple, sencillo, impecable en sus modales, de hablar suave, una persona cordial, que siempre preguntaba cómo estabas, que se preocupaba por todos; siempre amable y sonriente, era un placer entrevistarlo. Pero con Javo no solo se hablaba de polo y caballos, sino también de las cosas de la vida; disfrutaba de su familia, de su vida en el campo con ellos. Ese chico bueno, cuya mirada de ojos claros hablaba por él, fue el que le hizo frente y le presentó una dura batalla a esa maldita enfermedad, sin bajar jamás los brazos.

En lo personal, tuve el inmenso honor de trabajar y conocer un poco más a Javo fuera de la cancha; fue al primero de los hermanos Novillo Astrada al que conocí personalmente. Y uno de mis recuerdos favoritos tiene que ver con el fútbol. Javo, como yo, era hincha de River. Con lo cual, todo el tiempo hacíamos foco en Miguel, hincha de Boca, con chistes y cargadas, solo para divertirnos y reírnos un rato.

Una breve anécdota que demuestra la fortaleza de Javo en su partido más duro, ese que lo convirtió en un 10 goles de la vida. En 2009, La Dolfina vence a La Aguada en la definición de zona en Palermo. Varios periodistas estábamos haciendo una nota post partido con Lolo Castagnola, jugador vehemente y temperamental si los hubo. Palabras más, palabras menos, así describió Lolo la audacia de Javo: “A mí no me gusta perder, siempre me voy mal si pierdo. Pero si hoy perdía este partido, me iba contento, porque enfrente mío estaba el tipo con más huevos del polo, Javier Novillo Astrada”.

Javo solo se fue físicamente: devoto católico y creyente, Dios lo llamó a su lado, una vez cumplida su misión en la efímera vida terrenal. Y desde allí sigue viviendo, en su familia, en el corazón de la comunidad del polo y de todos los que tuvimos el honor de conocerlo.

Texto: Alejandra Ocampo.

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