Don Jorge Casero, de Saladillo, padre de polistas y amante del campo y los caballos, realizó por cuarta vez la experiencia del Cruce de Los Andes, con un simple objetivo: andar a caballo en la Cordillera. La idea surgió por la inquietud de conocer la cadena montañosa más extensa de Sudamérica y, desde la primera vez, quedó maravillado por la inmensidad de los paisajes.
Surgió como un sueño, pero comenzó a materializarse cuando conoció a dos baqueanos de Mendoza, Gonzalo y Alexis. En ese entonces, emprendió la travesía junto a sus hijos, un grupo de amigos y sus perros, dos Border Collie. Este viaje lo repitió varias veces y en sus palabras cuenta: “Cada vez que voy quedo admirado por la inmensidad de esa Cordillera y nunca paro de pensar en lo que habrán vivido los uruguayos que cayeron en el 72´. Mi intención no era hacerlo por ese tema, sino que la idea era simple: andar a caballo en la Cordillera”.
Este año volvió, por cuarta vez, pero con una particularidad: todas las personas con las que había organizado el viaje comenzaron a bajarse. Sin embargo, Casero decidió que de igual manera iba a ir. El recorrido lo hizo solo con los baqueanos mendocinos que lo esperaban. De esta experiencia relata: “Cuando me junté con ellos anduvimos y llevamos en las mulas todo lo necesario para cocinar y después nos acoplamos a un grupo de Buenos Aires, con los que compartimos dos días”.
En esta oportunidad, además de su equipaje necesario para emprender la aventura, decidió llevar los tacos, para que no falte el polo en la Cordillera.
“Este año surgió la idea de llevar los tacos porque los baqueanos siempre me preguntaban cómo es el polo, entonces los llevé e hicimos una práctica uno contra uno en Los Andes. Les gustó tanto que no paraban de jugar. Fue una experiencia muy divertida”.Para el año que viene planea ir con un grupo más grande para hacer una práctica de polo, rodeados de este paisaje de película, debido a que sus hijos están vinculados al deporte.
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