El flamante coach campeón del US Open será el nuevo técnico de La Natividad. “Mi gran desafío con La Natividad es hacer que cuatro flacos que juegan muy bien lo hagan muy bien en equipo”
Hace 20 años, exactamente en 2003, Ignacio Novillo Astrada (de ahora en más Nacho), se incorporó como titular a La Aguada, formando así el equipo con los cuatro hermanos con Eduardo Jr., Miguel y el inolvidable Javier, tras el paso de estos tres últimos por Ellerstina, junto a Gonzalito Pieres. Y, por cierto, no les fue nada mal en aquel primer año juntos; con once partidos invictos, y para sorpresa de todos, ganaron la Triple Corona, quedando en los libros de la historia del polo como el único equipo de cuatro hermanos que se llevó la máxima competencia del polo mundial. (Por Alejandra Ocampo. Fotos archivo Prensa Polo, C. Grosso) Por ese entonces, Nacho tenía 7 goles, y luego de la hazaña pasó a 9; en 2006 fue subido a 10. Uno de los mejores backs de su generación, un back temperamental, que, en palabras de su querido e inolvidable abuelo Taio, además hacía goles.
Hace ya algunos años que La Aguada dejó de jugar la Triple Corona, aunque Nacho siguió hasta el último partido, alternando con otro rol, el de coach, dándole una mano a algunos equipos que solicitaban sus valiosos consejos.
Lo más reciente de su carrera como coach, sucedió hace apenas unos días, cuando fue solicitado en la temporada de Palm Beach, por Park Place, la organización de Andrey Borodin y una de las más poderosas del mundo; la suma de la sabiduría de Nacho, quien, como dice, pone el énfasis en la comunicación entre los jugadores, con un gran equipo como es Park Place, los llevó a ganar nada menos que el US Open, en una final para el infarto que, a causa de la lluvia se jugó entre el domingo 23 y el lunes 24 de abril, venciendo nada menos que a Valiente, con Adolfo Cambiaso. Que por cierto, fue el segundo US Open para Nacho, ya que en 2006 lo ganó como jugador junto a Las Monjitas.
Pero la frutilla del postre vendrá en la próxima temporada argentina, cuando Nacho esté en los palenques de nada menos que La Natividad, la creación del gran Lolo Castagnola y su esposa, Camila, y que este 2023 va a tener no un equipo, sino un equipazo: Bartolito y Jeta, más Facundo Pieres y Pablo MacDonough. Un total de 39 goles, listos para arrasar con lo que venga.
Con la cordialidad y amabilidad que lo caracteriza, Nacho, un gran amigo de la casa, le contó a Prensa Polo sobre su presente como coach, y este desafío que tiene en puerta, ese desafío llamado La Natividad.
¿Tuviste en tus planes ser coach una vez que dejaste la TC?
La verdad que nunca me había planeado ser coach; es algo que se fue dando mientras jugaba la Triple Corona, primero con Cría Yatay. Tengo muy buena relación con los chicos; me pidieron que les diera una mano para clasificar, y lo lograron. Más tarde, me llamaron de La Ensenada, para ayudarlos a clasificar, y también lo consiguieron. Pero les dije que no podía continuar, porque al clasificar, íbamos a terminar jugando en contra en algún momento.
Estuve con La Dolfina Polo Ranch, con quienes estuve de coach mayormente en Palermo, aquel año que perdieron la semifinal en suplementario con Ellerstina. Y el año pasado, que estuve con La Irenita. Se fue dando naturalmente; es decir, noplanée ni busqué ser coach al dejar de jugar la Triple Corona.
¿Como evaluás tu evolución como coach desde aquellos tiempos con Cría Yatay hasta ahora?
Bueno, al respecto, te podría decir que fue más que nada en Palermo. La temporada argentina es relativamente corta, con lo cual no tenés muchos partidos, no hay margen de error, no hay lugar para corregir mucho. Evolucioné más que nada en el sentido de como decir las cosas, qué decir, qué buscar; en ayudar a los jugadores sobre todo en la comunicación entre ellos. Creo que es la evolución más grande que tuve.
Cuando dirigís un equipo y hablás con los jugadores, ¿en qué haces más hincapié, que es para vos lo más importante?
No me siento que dirijo al equipo, en realidad; pero cuando me llaman para ayudarlos, en lo que hago más hincapié es en la comunicación, en la unión del equipo, me parecen las cosas más importantes. A partir de ahí, se puede a trabajar todo lo demás, en todo o que haya que corregir
¿Qué te quedó de tu muy buen trabajo con La Irenita el año pasado?
Me quedó un gran agradecimiento con los chicos, por haberme dado la oportunidad de haber trabajado toda la temporada con ellos; fue la primera vez que hice una Triple Corona entera con un equipo. Me habían llamado a principios de año y quedamos para que yo formara parte del equipo. Lo más importante de mi experiencia con La Irenita es que se armó un buen grupo humano, con el cual se pudo trabajar mucho en lo táctico y técnico, aunque yo creo que a estos jugadores no hay mucho que agregarles. Me encantó que ellos me hayan dado un lugar; además, los vi muy permeables, querían que yo les aportara cosas, me preguntaban, y uno se siente más útil. Prefiero no ser tan invasivo, y que ellos me digan que es lo que más necesitan de mí y ver como los podía ayudar.
¿Cómo surgió la posibilidad de dirigir a Park Place y cómo fue para vos, en lo personal, ser campeón del US Open por segunda vez? (NR: Nacho había ganado el US Open en 2006, jugando con Las Monjitas) ¿Cómo fue ese desafío y la oportunidad de dirigir una organización tan fuerte?
La oportunidad de trabajar con Park Place vino más que nada gracias a Juano Britos, con quien tengo una muy buena relación desde hace mucho tiempo, desde cuando yo trabajé con La Ensenada; no sé si fui su mentor o consultor… Lo conozco desde chico. Y gracias también a Hilario (NR: Ulloa) que estuvo de acuerdo; siempre entro a trabajar con un equipo si los cuatro lo aprueban. Fue un gran desafío; si el torneo se hace corto, perdés oportunidades para ir puliendo cosas. Nosotros fuimos aprovechando cada práctica y cada torneo, para poder mejorar. Y haber ganado el US Open fue una alegría gigante, lo sentí casi como cuando lo gané como jugador; fue la misma sensación.
Ahora se viene el gran desafío de dirigir a La Natividad en la próxima TC. ¿Qué te genera ser el coach de un equipazo de 39 goles, una mezcla de dos chicos jóvenes y dos jugadores de tu generación? ¿Qué expectativas tenés con este proyecto?
Sí, La Natividad es un enorme desafío; me genera mucho nervio y a la vez mucho entusiasmo. Calidad de jugadores nos sobran, hay una chance muy grande de hacer algo muy lindo; hacer que cuatro flacos que juegan muy bien, jueguen muy bien en equipo. Creo que ese es el desafío más grande que vamos a tener. Si logramos eso, la consecuencia va a ser ganar. Sin dudas, estos chicos tienen en la cabeza la idea fija de ganar no solo Palermo sino todo lo que jueguen. Tenemos que ir mechando esa ansiedad por ganar con que puedan disfrutar de jugar juntos y explotar al máximo posible la capacidad de todos. Ese sería mi objetivo más grande, lo que más espero; después el resultado se puede llegar a dar.